Explotadas como tema artístico, las mujeres siguen arrinconadas como creadoras en colecciones, exposiciones y compras de los centros de arte contemporáneo.
Monas. Madonas. Sumisas.
Recatadas. O desnudas. Provocativas. Fatales. El imaginario femenino
en los museos oscila entre ambos extremos. En el arco entre estos
estereotipos hay cabida para muchos otros. La mujer, como objeto
artístico, abarrota las colecciones de los museos que, sin embargo,
la ningunean como autora. En los años ochenta, un grupo de artistas
de Nueva York sacó la marginación a la luz con humor, imaginación
y rigor. Enfadadas con la genética discriminatoria del sistema, una
decena de creadoras pasó a la acción y a la clandestinidad bajo el
nombre de Guerrilla Girls. Se parapetaron tras máscaras de gorila e
identidades de artistas fallecidas y se armaron de estadísticas.
Unos sencillos cálculos bastaron para demostrar las obstrucciones:
en el arte no había lugar apenas para mujeres (ni negros).
No hay comentarios:
Publicar un comentario